Transformación de los sistemas políticos y nuevas ideas

El absolutismo europeo

Los países europeos continuaron su expansión territorial desde el siglo XVII hasta el siglo XVIII, y sus sociedades, economías y culturas evolucionaron hasta la modernidad, periodo que se denomina Antiguo Régimen, o Absolutismo. De ahí y hasta mediados del siglo XIX, mediante revoluciones y reformas, se configuró el Nuevo Régimen, lo que significó dos cambios muy importantes: el fin de la sociedad de órdenes (dividida en tres estamentos) y el desarrollo del moderno Estado Nacional.

El absolutismo, entonces, se caracterizó por el aumento del poder del monarca por encima de los nobles y el clero, el crecimiento del Estado Nacional en los países occidentales de Europa, y la disminución de las guerras entre Estados, gracias a las alianzas, los pactos y tratados.

La formación de Estados Nacionales se vio favorecida con el nacionalismo, ideología que busca unir el Estado (principio político) con la nación (principio histórico-cultural).
Una vez formado el Estado Nacional, el nacionalismo apunta a defenderlo y fortalecerlo frente a peligros, debilidades o divisiones.

En esta época, las naciones europeas conformaban en su mayoría Estados Nacionales: Francia, Inglaterra, España, Portugal y los Países Bajos. Alemania e Italia, en cambio, todavía estaban divididas en un gran número de pequeños Estados multiétnicos.

En el aspecto social, la población -como en la Edad Media- continuó dividida en tres estamentos: nobleza, clero y trabajadores. Sin embargo, entre estos creció la burguesía empresarial y comercial, que en Inglaterra, amediados del siglo XVII, se enfrentó con éxito a la monarquía con la revolución de Oliver Cromwell.

La Ilustración y la Enciclopedia

Las ideas ilustradas surgieron de un grupo de intelectuales que compartían un ideario común. Originarios de diversos países y pertenecientes a los tres estamentos, entre los ilustrados había clérigos, nobles y burgueses, gente con recursos económicos y tiempo para ilustrarse: leer, conversar, asistir a tertulias, escribir y dar conferencias; fueron capaces, además, de coordinarse para promover sus ideas, y gracias a su prominente posición social tuvieron gran influencia entre los gobernantes.


El pensamiento de estos intelectuales, en Francia conocidos como filósofos, se propagó mediante escritos y conferencias.Una de sus obras más sobresalientes, es, sin duda, La Enciclopedia, prototipo de todas las enciclopedias que aún consultamos.
Esta obra, coordinada por Denis Diderot y Jean D'Alambert, es un compedio del saber del siglo XVIII y del pensamiento ilustrado que inicialmente se público en 17 volúmenes, entre 1751 y 1772, que desde entonces tuvo un enorme éxito, consultándose en toda Europa y en América donde logró gran influencia.

El despotismo Ilustrado

Los soberanos deseaban aumentar su poder y el de sus Estados en la cerrada competición que se libraba en Europa y en las colonias. Por ello, se volvieron mecenas y protectores de los intelectuales ilustrados, siguieron sus consejos y recomendaciones, y llevaron a cabo reformas de acuerdo con los principios de Ilustración. Patrocinaron además cambios en la educación, la cultura, la administración del Estado y la economía. Los reyes que realizaron estas reformas fueron conocidos como déspotas ilustrados. Con esta expresión se entendía que, aunque aplicaran ciertos principios de la Ilustración, su poder aún se derivaba de los orígenes históricos-dinásticos y, según ellos, del mandato divino. Los principales déspotas ilustrados fueron Luis XIV de Francia, Federico II de Prusia, Catalina II de Rusia y Carlos III de España.

La Guerra de los Siete Años y la modernización de las administraciones imperiales

Durante el siglo XVII las monarquías absolutistas sostuvieron diversos enfrentamientos que culminaron con la Guerra de los Treinta Años, que terminó con la Paz de Westfalia (1948). Pasó medio siglo antes de que ocurriera un nuevo conflicto importante: la Guerra de Sucesión Española (1701-1714), ocasionado por la incertidumbre política ante la sucesión al trono de España después de la muerte, sin heredero, de Carlos II. El enfrentamiento terminó con el Tratado de Utrecht, que benefició especialmente a Gran Bretaña y marcó el declive español.

Estos conflictos coincidieron con la modernización de la administración de los imperios coloniales europeos mediante reformas inspiradas en las ideas de la Ilustración.
España, Portugal, Francia e Inglaterra llevaron a cabo decisivas reformas en sus dominios para centralizar y volver más eficiente la administración de los territorios en su poder. En las colonias españolas estas se conocen como Reformas Borbónicas al ser la dinastía Borbón la que las impuso.


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